Todo planteado como un juego o una aventura puede ser prelectura.
Siempre hay que priorizar la diversión a la instrucción.
El aprendizaje
ya viene solo cuando
el ambiente es adecuado y el niño está preparado.
Nunca es demasiado pronto para empezar,
ni nunca es demasiado tarde para recuperar.
La cuestión es ponerle ilusión
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