El uno alto y delgado
como un farol alzado.
El dos como un gran rojo flamenco
es el primer número par del cuenco.
El tres unas hojas de lechuga fresca
que dicen ñam-ñam al que las pesca.
El cuatro la pierna doblando
ya lo estás encontrando.
El cinco es un balancín
con un techo delgadín.
El seís como un oído que escucha
su alrededor, con atención, mucha.
El siete un paraguas cerrado
con el mango doblado.
El ocho una carretera de nunca acabar
que va y viene sin cesar.
El nueve un ventilador en movimiento
que hace un montón de viento.
El cero un aro muy ovalado
y en el interior todo calmado.
......................................
Se vuelve a empezar con dos cifras jugando,
en orden, todos con todos, y de uno en uno empezando.
Luego le toca el turno a las tres cifras en combinación
y aquí sí que hay algo más de complicación.
Y esto no acaba nunca y mientras quepa en tu mente
es un juego mágico sin límite que dura infinitamente.
como un farol alzado.
El dos como un gran rojo flamenco
es el primer número par del cuenco.
El tres unas hojas de lechuga fresca
que dicen ñam-ñam al que las pesca.
El cuatro la pierna doblando
ya lo estás encontrando.
El cinco es un balancín
con un techo delgadín.
El seís como un oído que escucha
su alrededor, con atención, mucha.
El siete un paraguas cerrado
con el mango doblado.
El ocho una carretera de nunca acabar
que va y viene sin cesar.
El nueve un ventilador en movimiento
que hace un montón de viento.
El cero un aro muy ovalado
y en el interior todo calmado.
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Se vuelve a empezar con dos cifras jugando,
en orden, todos con todos, y de uno en uno empezando.
Luego le toca el turno a las tres cifras en combinación
y aquí sí que hay algo más de complicación.
Y esto no acaba nunca y mientras quepa en tu mente
es un juego mágico sin límite que dura infinitamente.
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